Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 29 de octubre de 2010

Buenas letras

Quién sabe si las estrellas tienen ojos, me preguntaba, si nos ven así como como nosotros las miramos a ellas, quien sabe si tienen un corazón misterioso, si-como desde siempre piensa el hombre-tienen la capacidad de influir en nuestras acciones. Quién sabe si es verdad que entre sus limbos incandescentes viven los muertos, los que ya no están vivos aquí abajo, los que han abandonado una de las formas del cuerpo.

Cuando era muy pequeña, antes de ir a acostarme, insistía en asomarme a la ventana para saludar a mi madre que, según me había dicho, se había ido a vivir allí arriba; cuando las nubes ciertas noches, cubrían el cielo rompía a llorar. Me la imaginaba como un hada con un largo y ligero vestido vaporoso de colores un cono luminoso cubierto de estrellitas en la cabeza, el rostro sereno, ligeramente sonriente y, en lugar de las piernas, una estela luminosa: solo así podía seguirme volando de estrella en estrella.

Susana Tamaro;

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