Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


jueves, 19 de agosto de 2010

Voluntades

Sí. En aquella esquina de reflexión me volví a replantear si merecía la pena obsesionarse con cada ínfima palabra que saliera de su boca. Si merecía la pena descrifrar cada significado oculto de sus frases, de sus enigmas, de sus miradas. Sí. Pensé detenidamente lo que obtenía si conseguía sacarle la doble intención... ¿Y sabeis que concluí? Que no sacaba nada. Absolutamente nada. Menos que nada. En realidad ejercía el efecto contrario en mí, no solo no me sentía mejor, sino que conseguía hacerme daño e incluso estar en estado de alerta permanente. Y negué con la cabeza varias veces prometiendo en voz alta mi voluntad. Voluntad de mejorar. De conseguir mirar el mundo con unos ojos más claros y lanzar al vacío los prejuicios que están inmersos en mi forma de avanzar. Voluntad de mirar y ayudar sin pensar en las consecuencias, voluntad de subir trescientas escaleras para tener la satisfacción de bajarlas. Voluntad de crecer, de crecer como persona, como amiga, como hija, como apoyo, de crecer para ser el hombro en el que puedas llorar y para aprender a guardar secretos que no hagan tender de un hilo mi visión de tu persona. Voluntad de admirar de nuevo las flores y verlas puras, curiosas e incluso... ¿Una flor puede ser feliz? Sí. E incluso verlas felices.
Sí. En aquella esquina de reflexión hablando con mi reflejo, conseguí aprender otra pequeña lección de la vida que estoy segura que me hará avanzar en buen camino. ¿Y si me equivoco? Pues volveré a tener voluntad. Voluntad de vivir.

1 comentario:

Mi foto
My madness keeps me sane.