Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 26 de abril de 2011

Y aunque me lo jures, yo no sabría que decirte

Mi abuela siempre me ha dicho que el movimiento de los borreguitos en el cielo trastorna su estado de ánimo. Desde que tenía tres años lo repite siempre que voy a su casa, y después me mira con esa cara suya, ¿Como decirlo? Yo sé que vosotros lo sabéis pero no sé explicarlo. Esa cara de abuela, esa carita que te pone y que te mira como su fueras un dulce que se pudiera comer. No sé si me explico, algo así. Pues cuando terminamos de merendar el correspondiente café y sus roscos de azúcar en la sala de estar esa tan pequeña en la que estamos siempre todos me dice que los borreguitos del cielo no la dejan tranquila. Y desde que tenía tres años me preguntaba que era eso de los borreguitos en el cielo y porqué molestaban a mi abuela. Y en mi cabeza se acumulaban más y más preguntas que llegaban a colapsarme ya que yo no sabía contar ni siquiera hasta diez y entender que eran los dichosos borregos del cielo era sumamente complejo. Preguntas como porqué estaban en el cielo si mi imaginación sólo se veía a unos borregos pastando en la hierba, o porqué le producían a mi abuela dolor de cabeza sino ladraban como los perros o cantaban como los loros, en fin, cosas simples de esas que se piensan. Fue una cuestión complicada por aquellos entonces. Sucesivamente y tiempo más tarde mi abuela me preguntó si realmente sabía lo que eran los borreguitos en el cielo. Y no. No penséis que le dije que no. Le dije que sí. Que sabía perfectamente lo que eran y ella continuó con aquellos cambios de humor que le producían los borregos del cielo. Y así pasaron los días y el tiempo y las tardes en casa de mi abuela, con aquellos borreguitos en el cielo que tanto me calentaban la cabeza cuando yo no sabía ni siquiera que diablos había allá arriba que daba tantas vueltas.

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My madness keeps me sane.