Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 1 de junio de 2010

Un pétalo de amor

''En aquel lugar. En aquel lugar tan maravilloso, tan inmenso, puro, embriagador, libre de desengaños y transmisor de vida y paz, sólo en aquel lugar, se sentía libre y feliz. Era tan perfecto, tan hermoso, simplemente mágico. Notó la calidez de sus manos sobre su piel y una pícara sonrisa se escapó de su rostro. Era él. Sólo el. Aquel lugar y él. Lo único para ser feliz y sentirse plena. Todos los días por la tarde se repetía la misma escena, en aquel prado lleno de flores de colores, se encontraba siempre ella, bañando su rostro con la brisa del viento y cerrando los ojos esperando algún sonido que la trajera de vuelta a la realidad. Se estaba bien allí. Todo era fantastico, los animales paseaban y saltaban con habilidad entre las ramas de los arboles, el rio fluía cerca, tanto que se podía percibir cómo la corriente chocaba contra las rocas, las nubes volaban sobre su cabeza, y a veces se entretenía en contar cuantas eran y qué recorrido hacía cada una de ellas... Paz. Aquel lugar simplemente le transmitía paz, y cuando él estaba cerca, la felicidad desbordaba los límites conocidos. La húmeda hierba le delataba, a él, haciendo que ella fingiera no saber que rondaba por los alrededores. Sólo para hacerse la sorprendida. Pero ese día, ese día fue real, no lo sintió, ni oyo nada, quizá estaba demasiada absorta en su propio mundo personal, en el mundo de la imaginación, ese de los sueños, que siempre volaba por su cabeza cuando se encontraba allí. La cálidez de sus manos le produjo sensación de seguridad y bienestar, se giró para mirarlo, pero segundos antes pudo sostener en sus manos una preciosa flor. Viva, de colores, pequeña y de aspecto frágil, pero hermosa. No recordaba ninguna igual, y no eran pocas las que había examinado, de tantos colores y texturas. ''Cada uno de los pétalos, será un beso para tí amor, para cuando lo necesites, para cuando me necesites'' Prometió él ''Estés donde estés, hagas lo que hagas, si deshojas la flor, si arrancas un pétalo, uno de mis besos volará hacía tí, tarde o temprano'' Un te quiero salió de los labios de ella antes de fundirse en un beso. Cuan bonito fue aquel momento, de esos que no se olvidan, de esos que tardan en salir de la cabeza, de esos que te mantienen viva y llena de alegría durante un buen tiempo. Un beso, y luego otro. Quizá otro, o tal vez aquello fue todo. Los pétalos de la flor se fueron agotando, un día que estaba triste, arrancó un pétalo y justo instantes después el apareció por la puerta, y ambas almas se unieron. De nuevo en otro lugar, en otro momento, cualquier cirscunstancia. Hasta que el destino decidió barajar las cartas y jugar con el futuro de estas personas. Es caprichoso, quizás cruel y altivo, ruín, o maravilloso y esperanzador. Despedida. Él tuvo que partir. Separarse de ella. No fueron suficientes las lagrimas que derramó para evitar que se fuera, no fueron suficientes una y otra noche. Al final se marchó. Pero en esa pequeña flor quedaba un pétalo. No se sabe porqué, o cual fue el pensamiento de ella, para no terminarla de deshojar. La guardó. Cómo preciado tesoro poseedor de riqueza y fortuna. En un cajoncito, que llevaba siempre encima.
Tiempo. Los días, los meses... los años fueron pasando. Y un cierto día, presa de la nostalgia volvió a aquel lugar. Todo resurgió en ella. Seguía siendo fresco, y la calmaba, producía paz interior. Se sentó de nuevo y estuvo horas, horas que se pasaron cómo minutos. Era esclava de los recuerdos, los arboles y la brisa del rio le recordaban a él, todo a él. A su mirada, a su piel, su cálidez, sus sonrisas, a sus besos... .Todo. Cerró los ojos y creyó sentir su piel, una vez más, pero los abrió y vio que su imaginación se encargaba de engañarla cómo a un niño sobornado por caramelos. Sacó de su bolsillo la cajita y por última vez arrancó la última espina de la promesa hecha años atrás. Una lagrima cayó en ese instante. Algo susurró en su oido un te quiero, pero se escapó la realidad y pensó de nuevo en su estúpida cabeza, que sólo producía alucinaciones. Unas manos taparon su rostro, ella rió pensando cuan real podía ser su locura, y sin creerlo, se dió la vuelta y el tiempo se congeló, los animales dejaron de moverse y el rió de fluir, estaba ahí. Él. Lo miró fijamente, y una sensación de añoranza inundó su pecho. ''El último pétalo'' Sonrió él ''Lo prometido es deuda. Te debía un beso'' Entonces el tiempo comenzó a avanzar y sus labios se unieron, para no separarse nunca más. Después sus manos sostuvieron un pequeño saquito, ella lo abrió con timidez ''Es un saco de semillas. Para que nunca dejes de deshojar flores pequeñas llenas de pétalos'' Y fue justamente en ese momento. Real. Único. Cuando la promesa se cumplió''

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